1 de Julio de 2009
Despedidas, buen cine japonés con un merecido oscar
Despedidas viene con la vitola de 10 premios de la Academia de cine japonesa y por el Oscar a la mejor película extranjera, lo que en el fondo es no decir nada porque es díficil que un espectador español tenga un punto de comparación. Es decir, pongamos por caso La soledad para un espectador japonés: ¿representa lo mejor de la cinematografía española? Habrá quién diga que no. Pero no nos metamos en ese jardín.
Al margen de los premios, Despedidas se merece por derecho propio un hueco en el escaso tiempo del que dispone el espectador con ganas de ver una película sensible, pero no lacrimógena, con un punto de exotismo pero sin caer en lo incomprensible, gracias a una historia de fondo universal y entendible desde cualquier civilización.
Un joven músico casado, intérprete profesional pero mecánico de violonchelo, abandona Tokio para regresar a su ciudad natal y allí comenzar una nueva vida y un nuevo empleo. Es precisamente su nueva profesión, en la que prepara a los muertos para su último viaje, la que explica y da sentido a su vida, aunque le cueste adaptarse.
La película se extiende -con altibajos y cierta reiteración de ritos y planos, todo hay que decirlo- en dos planos: de una parte, la ceremonia de preparación y escenificación del respeto que los japoneses exteriorizan hacia sus difuntos, lo que el directoir resuelve con sensibilidad y hasta un punto de humor tierno; y de otra parte, la percepción social de quienes ejercen una profesión muy exigente pero despreciada, y de cómo eso afecta a las relaciones personales.
Sin grandes discursos, con sencillez, Despedidas es una película sobre el dolor y la pérdida, pero también de amor, en la que la muerte viene a ser como una excusa para recordar a las buenas personas que nos rodean, sean familiares o no, y al margen de sus acciones en vida.
La película (aqui tenéis el tráiler) se estrena este viernes 3 de julio.