27 de Febrero de 2008
Coen 0, Bardem 1
Reconozco que me gustó más el Bardem de Antes que anochezca o de Mar adentro que este de No es país para viejos. Pero que el oscar se lo merecía no se puede negar, sobre todo en versión original, porque con el doblaje los espectadores se pierden todo su inmenso trabajo con una lengua que no es la suya.
Dicho esto, reconozco también que la última película de los hermanos Coen no me ha gustado especialmente y me he quedado con las ganas de algo más, de recuperar a los Coen de Muerte entre las flores o de Fargo. No es país para viejos sufre de una especie de esquizofrenia cinematográfica: excelentes actores, desaprovechados, sobre todo Tommy Lee Jones; buen guión, con parlamentos fuera de contexto o no situados en su sitio; buena fotografía, pero repetitiva...
Pero lo peor es que no hay un verdadero hilo conductor. La novela original, como la intención de los Coen es reflexionar sobre la perplejidad, sobre el paso del tiempo y contraponer los sentimientos y vivencias de un policía al que la realidad le supera. Sin nostalgias, pero con el pasado presente en su pensamiento, el sheriff descubre que este ya no es su país, que no es ni siquiera su mundo y que no entiende nada. Creo que los Coen desaprovechan esa capacidad de evocación del personaje y su mirada aturdida ante unos crímenes o unos acontecimientos para los que no encuentra el más mínimo sentido.
Los Coen barajan la novela, las situaciones y los personajes y los lanzan al aire, bastante despreocupados de cómo caigan, de cuál debe ser el efecto que produzcan. O puede que sea yo, que empiezo a estar mayor para cierto cine con pretensiones, medios e intenciones pero que no rompe esa barrera que separa la magia del cine del pasar un rato frente a cualquier pantalla.