16 de Junio de 2009
Bloomsday
Lo primero que mira son los tejados oxidados de las casas vecinas y más allá, el horizonte que pinta nubes oscuras, amenaza de tormenta.
Lo siguiente que mira es a Lulú, enrollada en una posición que para un humano sería imposible, tan profundamente dormida que ronca. Ella trata de imitarla en la medida que el estrecho espacio de su cama de prisionero lo permite.
Lo tercero que mira es su imagen en el espejo. Y lo primero que le llama la atención es la profundidad, el arco y la oscuridad de sus ojeras. Es lo único que mira de todo su rostro. Ojeras. En ese sentido es un alivio amanecer sola, piensa. Detestaría que alguien la viera dormida, que alguien la viera despertar, que alguien viera ese rostro a esa hora.
Medio sonámbula entra al minúsculo rincón que llama “cocina”. Sobre la refrigeradora está todavía el plato con un par de lascas de pescado crudo que Lulú no terminó de comer la noche anterior. Ahora hay cientos de minúsculas hormigas que suben por el costado del refrigerador hasta alcanzar el plato y atacar el bocado. Las deja ahí. Las hormigas también tienen derecho a comer, piensa.
Un soso desayuno de avena, un café que la despierta poco a poco, noticias en internet y CNN (se pregunta para qué mira tantas noticias, ella no es periodista, las noticias del mundo provocan tensión). Lulú que entra y sale varias veces, le maúlla insistente. Es su manera de urgirla a salir al metro cuadrado llamado “jardín” (que es en realidad un zacatal descuidado y deprimente), pero qué saben los gatos de paisajismo, jardines, horarios y responsabilidades. Lulú quiere “tiempo de calidad”, es decir, “seamos gatos, echémonos sobre la grama, acaríciame la panza, comamos zacate, tomemos el sol”. En mi próxima vida seré gato, piensa ella.
Y durante el debate de si salir al gimnasio o quedarse trabajando, en el hacer meticulosas organizaciones horarias y calendarias, se desata un diluvio que dura exacta y precisamente una hora. Lulú se sienta junto a la puerta, que está abierta un tanto, y mira llover. El rocío le moja el pelaje. Entonces comienza el granizo. Y Lulú decide huir a su cálido refugio de sábanas y edredones.
La tarde transcurre entre puntos y comas, entre acentos ausentes y mayúsculas a granel, entre líneas y notas al pie, entre tinta roja y notas urgentes. Con breve pausa para un café.
A la hora de cenar, las hormigas siguen sobre las lascas de pescado, ahora reducidas, visiblemente succionadas. Inexplicablemente para ella, hay montones de hormigas muertas a los lados del plato. ¿Habrán muerto de empacho? ¿El esfuerzo de subir por la refrigeradora es para ellas como el esfuerzo que hace un humano al escalar el Everest? ¿Son tan pequeñas que si comen demasiado mueren? ¿Se pelearon entre ellas para lograr arrancar una micra de pescado?
Piensa en estas cosas mientras termina de cenar, y piensa en otras cosas desastrosas más como la brevedad de la vida, las enfermedades terminales, los amigos que están lejos, las finanzas que no cuadran, el día de hoy hace una semana que estaba en el aeropuerto, tomando un avión, y detiene allí sus pensamientos para no perder el buen ánimo porque faltan todavía 10 páginas que revisará hasta las 9 de la noche, mientras a su espalda escuchará el quehacer incesante de las termitas que roen insaciables la madera del estante; mientras una mosca impertinente vuela y revolotea sobre su cabeza; mientras, en la calle, los bares comienzan el ruidoso jolgorio que le impedirá dormir hasta cerca de la medianoche para amanecer a lo mismo al día siguiente y al siguiente y al siguiente, casi cada día todo idéntico, con la excepción de las lascas de pescado y las cientos de pequeñas hormigas muertas sobre la refrigeradora.
Eh, ojo, nada de poner cosas inventadas que esto es asunto de ficción seria.
Juan Murillo | 17 de Junio de 2009 - 12:34 AMSi algo nos demuestra el mapa del bloomsday es que todas las realidades son similares, pero nuestra subjetivación las hace excepcionales. Las hormigas... me intriga también su muerte.
Un placer haber contado con tu colaboración. Muchas gracias
Al contrario Portnoy, gracias a vos por una gran idea y por echarla a andar. Fue un gusto participar.
Jacinta | 21 de Junio de 2009 - 07:01 PMAtente al tema del artículo e intenta aportar novedad a la discusión.
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